A Viena hay que ir con los oídos bien abiertos para no perderse una sola nota de la música de sus calles. Y no es sólo por los artistas que todos los días tocan sus instrumentos en los alrededores de la Stephanplatz y la Kärntner Strasse, sino porque cada edificio, desde la Catedral hasta la Ópera, están impregnados de la genialidad de Beethoven, Strauss, Mozart y todos los músicos que, desde siempre, han venido a inspirarse y a triunfar en la capital austríaca.