La labor de Jeremías fue llamar al arrepentimiento al reino de Judá y principalmente a los reyes Josías, Joacim o Joaquim, Sedequías o Sedecías, debido al castigo impuesto por Yahvéh de que serían conquistados por los caldeos si no volvían su corazón hacia Dios. Su vida como profeta se caracterizó por soportar con una férrea entereza los múltiples apremios y acusaciones que sufrió a manos de estos reyes y de los principales de Israel, desde azotes hasta ser abandonado en estanques o encerrado entre rejas. La mayoría de sus profecías fueron escritas en rollos por el escriba Baruc, hijo de Nerías quien le acompañó en una buena parte de su misión. Con sus profecías sobre la invasión de los "pueblos del norte" (Babilonia) desafió la política y el paganismo de los reyes de Judea, Joaquim y Sedecías y anunció el castigo de Yahvéh por la violencia y corrupción social, que rompían la alianza con Dios: Hablan de paz, pero no hay paz, escribió.