Estamos rodeados y abarcados por la naturaleza, es imposible escapar de ella y siempre nos arrebata hacia el centro de su danza; su incesante fragua de formas y seres nos acoge o amenaza, acosa o ilumina, pero ahí está, y mirarla, pintarla, fotografiarla, es algo hecho desde siempre. ¿Qué más natural para una cámara, en efecto, que ser citada por la naturaleza, a la que encuentra y busca, sorprende, revela e indaga?